Centinelas bretones: Francia de faro a faro
Una forma diferente de conocer Bretaña es recorriendo el escarpado escenario que une los distintos faros de la bella región al oeste de Francia.
Cuentan que las embravecidas aguas de las costas de Bretaña no daban tregua a los marineros que las navegaban. Se volvían especialmente hostiles al caer la noche, cuando no se apreciaba bien donde acababa la mar y empezaban los acantilados de la península francesa. Tantos naufragios se registraron que se decidió construir un gran número de faros para guiar los barcos sanos y salvos hasta tierra firme, convirtiendo dichas costas en la mayor concentración de faros del mundo.
Este recorrido por la Francia occidental se ha convertido en todo un reclamo turístico del país galo. La belleza de un paisaje que contrasta el verde de sus tierras con el azul oscuro de las aguas, acompañado de unos protagonistas de primera, como los colosales faros bretones, han elaborado distintos recorridos encaminados a conocerlos todos. En esta lectura, realizaremos un paseo de norte a sur por algunos de sus «centinelas» más importantes que gustará a los más marineros… y también a alguno más acostumbrado a las montañas.
Faro de Isla Virgen
Comenzamos nuestro recorrido ni más ni menos que con el techo de los faros de Europa: el faro de Isla Virgen. Este gigante se encuentra en Plouguerneau, concretamente en la conocida como Isla Virgen, y alumbra a los barcos que se acercan a sus costas con una luz blanca situada a 82,5 metros de altura, lo que convierte a este faro en el más alto de toda Europa.
El faro está construido en piedra tallada y también está considerado como el más alto del mundo construido con dicho material. En su interior, se encuentra una larga escalera de caracol con 365 escalones que llevan al visitante a unas impresionantes vistas de la isla.
El faro de Isla Virgen está abierto al público desde abril hasta octubre.
Faro de Trézien
La localidad de Plouarzel, en Finisterre, brilla bajo la luz del gran faro de Trézien. Este centinela de la mar está compuesto de un granito que procede de Aber-Ildut y Lampaul-Plouarzel, se encuentra a 500 metros de la orilla y se eleva hasta 37 metros de altura que se pueden subir a través de sus 182 escalones internos.
Este faro se construyó en 1894 y ha ido recibiendo algunas mejoras con el paso del tiempo. Una pequeña pasarela en su parte alta permite disfrutar de unas espectaculares vistas de la zona. Su gran peculiaridad es la de guiar a los barcos desde tierra adentro por el canal del Four, e incluso se cuentan historias sobre su uso como buscador de algunos animales perdidos por parte de granjeros o de un párroco en paradero desconocido.
El faro de Trézien se encuentra abierto al público entre abril y septiembre.
Faro de Kermorvan
Un faro que impresiona por su poderosa forma cuadrada. El faro de Kermorvan se encuentra en un extremo de la península con el mismo nombre y es el encargado de guiar a los barcos que cruzan el paso de acceso y salida del mar de Iroise, conocido como Chenal du Four.
Tras cruzar el puente que une dicho faro con la costa, nos encontramos a los pies de un coloso de 20 metros que encendió su luz por primera vez en 1849 y que ilumina las aguas del puerto de Le Conquet. Dada su ubicación, se convierte en el faro terrestre más occidental de toda Francia.
El faro de Kermorvan abre sus puertas todos los días de julio y agosto, así como los fines de semana del mes de septiembre.
Faro de Saint-Mathieu
Este centinela de las aguas, ubicado en la punta de Saint-Mathieu de Plougonvelin, custodia tierra, mar… y las ruinas de una antigua abadía. Ubicado ante una mar embravecida que choca contra las escarpadas rocas del lugar, este faro de 1835 marca el camino de la bocana de Brest.
A través de sus 163 escalones, el viajero puede subir hasta una altura de 54 metros sobre el nivel del mar para disfrutar de unas espléndidas vistas que van desde la Isla de Ouessant hasta Punta de Raz. Alrededor del faro, se encuentran los vestigios de una abadía que todavía ofrece una fachada románica y algunas arcadas de lo que en su momento fue la nave.
El faro de Saint-Mathieu se encuentra abierto durante todos los días del año.
Faro de Petit Minou
Dominando la playa de Petit Minou y disfrutando de las brisas que acompañan las mareas, se encuentra el faro de Petit Minou. El orgulloso faro de Brest es el encargado de vigilar la entrada al Goulet de Brest, una conexión entre ese brazo de mar y el imponente Océano Atlántico.
Caracterizado por un robusto puente de piedra que lo conecta a tierra, este faro de 1848 se eleva a unos 26 metros de altura y alrededor de 34 sobre el nivel del mar, apoyado en una roca enorme para enfrentarse a las aguas más allá de las olas. Está construido principalmente de piedra de sillería extraída de la cantera de Aber-Ildut y sus luces destacan por sus tonalidades en blancos y rojos.
El faro de Petit Minou se encuentra abierto durante los meses de julio y agosto.
Faro de Stiff
Dejamos para el final al más longevo: el faro de Stiff. Este peculiar faro de la Isla de Ouessant lo componen dos torres siamesas, una que protege el sistema de la linterna y la otra compuesta de escalones. Se dice que el faro lleva en funcionamiento desde el año 1700, lo que convierte a este coloso de piedra en el faro bretón más antiguo.
Ha tenido alguna que otra reforma que le han ayudado a relucir con fuerza desde sus 90 metros sobre el nivel del mar de Irosie. Su altura es de unos 32 metros, está construido en piedra y dispone de un museo a su alrededor, ya que se considera un destino histórico muy turístico.
El faro de Stiff está abierto desde abril hasta septiembre.
Atractivos del país galo
Francia terminó el año 2022 como el mayor destino turístico del mundo, y es que el país galo tiene variadas e interesantes propuestas que atraen a todo tipo de viajeros y en cualquier época del año. Como habéis podido comprobar en este artículo, dentro de la región de Bretaña se encuentran caminos tan interesantes como la Ruta de los Faros, que aúna historia, cultura y, sobre todo, naturaleza.
Desde la primera piedra del faro de Isla Virgen hasta el último destello del Faro de Petit Minou, el camino que recorre esta sinuosa, escarpada y misteriosa ruta cuenta la historia de Francia desde la perspectiva de sus aguas más occidentales y de los acantilados que se encuentran en ellas. En este caso, los faros se convierten en el denominador común para disfrutar una forma diferente de conocer el pasado, el presente y teorizar sobre el futuro de un destino. Y es que la impactante imagen de las olas del Atlántico rompiendo a los pies de un faro bretón centenario en una tormentosa tarde de otoño es un reclamo turístico difícil de ignorar.