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El Puente de los Espías

El Puente de los Espías: paseo hacia la libertad en Potsdam

Cuentan los libros de historia que el Puente de Glienicke situado en Potsdam, Alemania, se convirtió en el escenario de varios intercambios de espías entre el Bando Occidental y el Bando Oriental durante la Guerra Fría.

Demos un paseo por una época oscura llena de secretos, en la que antiguos aliados se convierten en feroces enemigos que ondean banderas completamente diferentes y donde un único y solitario puente alemán conectaba ambos mundos: El Puente de Glienicke en Potsdam, también conocido como «El Puente de los Espías».

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UN ESCENARIO PROTAGONIZADO POR LAS SOMBRAS

Hablar de la Guerra Fría es hacerlo de un periodo de la historia donde las amenazas nucleares, a veces fantasmas y, en otras ocasiones, extremadamente reales, estaban a la orden del día. Semanas después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, se comienza a dibujar un escenario que muestra una Alemania totalmente sometida y dos grandes bloques de antiguos aliados que buscan convertirse en la mayor potencia mundial, todo bajo un pacto de no agresión a punto de fragmentarse.

En una esquina, el Bando Occidental, de clara mentalidad capitalista, abanderado por los Estados Unidos de América (USA) y protegido por la OTAN. En la otra esquina, el Bando Oriental, de marcado pensamiento comunista, representado por la Unión Soviética (URSS) y respaldado por el Pacto de Varsovia. Los diferentes ideales de ambos bandos hacen estallar un conflicto social y político sin precedentes que da comienzo en 1947 y que no finalizará hasta 1991, año de la disolución de la URSS.

Durante aquel periodo histórico, numerosos agentes encubiertos se introdujeron en el bando enemigo con la misión de descubrir diferentes secretos que otorgasen a su bloque una ventaja durante la guerra. La tapadera de muchos de estos espías fue descubierta y se convirtieron en una moneda de cambio muy valiosa dentro del conflicto.

De este modo, ambas potencias se veían en la necesidad de recuperar a sus espías perdidos para evitar que más información confidencial saliese a la luz, y decidieron llevar a cabo el intercambio de dichos agentes secretos. Sin embargo, pisar territorio enemigo significaba todo un conflicto internacional, por lo que se decidió que un cotidiano puente de Potsdam, situado en la frontera de ambos territorios, sería el escenario para realizar estos trueques en las sombras.

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UN LUGAR PECULIAR

Antes de que comenzara su curiosa asociación con el mundo de los espías, el nombre de Potsdam ya estaba grabado a fuego en los libros de historia. Potsdam fue el lugar elegido para que las principales potencias del bando Aliado, es decir, Estados Unidos, la Unión Soviética y Reino Unido, se reunieran y trazaran las nuevas metas políticas de Alemania tras la finalización de la WWII en territorio europeo.

Con el paso de los años, las tensiones entre USA y la URSS fueron en aumento y Potsdam vio como su posición geográfica la situaba en una de las fronteras entre ambos mundos, ya que uno de sus extremos estaba en contacto con la parte de Berlín perteneciente al Bando Occidental y el otro lindaba con la parte alemana ocupada por el Bando Oriental.

Una de esas conexiones estaba protagonizada por un cotidiano puente que sorteaba el río Havel y tenía en su mitad la división territorial de las dos Alemanias. Ese puente era conocido con el nombre de  Puente Glienicke.

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LA LIBERTAD A UNOS PASOS DE DISTANCIA

El Puente Glienicke fue visto por ambos bandos como un posible punto neutral para llevar a cabo intercambios de espías previamente acordados. Hablamos de un paso estrecho que constituía una barrera limitada e impedía la organización de algún tipo de emboscada, por lo que se decidió que fuese un «pasillo improvisado hacia la libertad» para aquellos agentes secretos capturados por el enemigo.

El primer intercambio de espías tuvo lugar en la gélida noche del 16 de febrero de 1962. El bando americano había perdido a un piloto que había sido derribado por el enemigo mientras realizaba un reconocimiento del territorio soviético desde las alturas. Su nombre era Francis Gary Powers, y tenía información privilegiada que podía comprometer a los Estados Unidos de América. En el bando contrario, el Oriental, era vital la recuperación del coronel Rudolf Abel, un importante agente de inteligencia soviético que operaba desde Nueva York bajo una tapadera como artista.

De esta manera, los espías se situaron cada uno al comienzo de cada extremo del puente y muy lentamente avanzaron hacia su libertad. Hasta cierto punto, fueron acompañados por una persona de su bando, pero recorrieron en solitario los últimos metros hasta situarse sobre la marcada línea divisoria. En ese instante y estando hombro con hombro, cada uno de los espías cruzó la línea y continuaron andando hasta dejar el puente atrás.

Este fue el primer intercambio de espías que se realizó en el Puente de Glienicke, pero no el único. Hubo otros 3 intercambios más y que tenían la misma finalidad: un trueque de espías entre ambos bandos para proteger los secretos mejor guardados de sus respectivas patrias frente al enemigo.

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EL PUENTE EN EL PRESENTE

Actualmente, el conocido como «Puente de los Espías» sigue cruzando el río Havel, conectando el distrito de Wannseee con la capital de Brandemburgo, Potsdam. Con el paso de los años, ha ganado en notoriedad y su particular protagonismo durante la Guerra Fría lo ha convertido en todo un atractivo turístico de Alemania y en un destino muy visitado por la gente que recorre el país.

Hoy en día, el Puente de Glienicke se caracteriza por ser un lugar concurrido debido a su misteriosa historia y también por su cercanía con el Palacio de Glienicke y sus frondosos alrededores, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este conjunto de monumentos crea un imprescindible recorrido histórico en el itinerario del viajero por Potsdam.

También ha trascendido al mundo del arte, apareciendo en diversas novelas y películas de espías, entre las que cabe destacar El Puente de los Espías (2015), protagonizada por Tom Hanks y dirigida por Steven Spielberg.

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UN PASEO HISTÓRICO

En muchas ocasiones, la historia se escribe desde las sombras y la Guerra Fría es un claro ejemplo de ello. Fue una época rodeada de misterio, que tuvo muchos momentos caracterizados por no llegar a ser momentos. Entre esas enigmáticas historias cobró mucha importancia la figura del espía, intentando inclinar la balanza hacia su lado con una guerra elaborada desde el anonimato.

Y en este contexto, luce con un fulgor especial el Puente de Glienicke, un enigmático destino que redujo la distancia de ambas superpotencias a unos simples pasos, convirtiéndolo en uno de esos rincones de la historia que bien merece un alto en nuestra aventura viajera.

 

Puedes recorrer el Puente de Glienicke como los antiguos espías en nuestra ruta Alemania: tour Segunda Guerra Mundial.

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